Muchacho de ojos mar profundo
Muchacho de ojos mar profundo,
usted no sabe lo que causa en mí.
Hasta ha hecho renacer viejos placeres
que yacían dormidos, asediados
por la rutina de la vida adulta.
Ojalá pudiéramos compartir
tardes de melancolía,
charlas filosóficas
y tragos de cerveza fría.
Alucino verlo en mi sillón,
sentado a la penumbra
de mi cálido patio blanco,
donde, entre charla y charla,
deja salir una fugaz sonrisa.
Y sus tiernos ojos tristes
me inquietan el alma.
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