Mi musa más inspiradora.

¿Quién soy yo para apaciguar este fuego?
¿para detener esta historia? 
Si sos mi musa más inspiradora, 
mi perdición más exquisita,
la libertad bajo fianza
que pago con creces. 

Tú no sientes celos del viento 
que azota con furia contra mi piel tersa. 
No puedes. Ni deberías. 
Por el contrario, 
son las llamas del infierno,
las que estremecidas, 
sienten envidia de tu lecho, 
donde descansas extenuado,
tal vez recordando, tal vez olvidando. 

¡Qué martirio es esta espera por ti! 
Por tu amor solapado, por tu amor adictivo. 
Quiero guardarlo, acariciarlo 
 y llenarme entera de ti.

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