Desde el rincón más oscuro.

Te escribo desde el rincón más oscuro de la soledad, 
esa que me obsequiaste contra mi voluntad. 

Resulta que había sepultado las ganas de escribirte 
en el cofre del amor propio,
el cual cerré con una llave que arrojé al vacío,
con la ilusión de no necesitarla, 
de no querer ir a buscarla. 

Pero ya me ves, aquí,
luchando contra esas ganas 
que empujan el cofre, queriendo salir
tan sólo para decirte 
cuánto te extraño,
cuánto te necesito.

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